Probióticos y tercera edad
Muchas personas llegan a la tercera edad con una flora intestinal bastante dañada, debido a los abusos cometidos en el terreno de la alimentación a lo largo de la vida, la inflamación crónica fruto de distintas enfermedades, la toma de antibióticos durante años -sin compensarlo con la ingesta de probióticos-, el estreñimiento crónico, el exceso de azúcar, el estrés y el propio desgaste de la vida, que acaban menoscabando notablemente la flora intestinal.
Por todo ello, es bastante frecuente encontrar en muchas personas mayores cuadros graves de salud relacionados con el sistema gastrointestinal: malas digestiones, exceso de gases, hinchazón, problemas de vesícula, hígado cargado, reflujo, intestino permeable, estreñimiento crónico, diverticulitis, intestino irritable, enfermedad de Crohn, colitis recurrentes, tumores en el colon, etc.
Junto a otras medidas, como la reducción del estrés, la práctica de ejercicio, el ajuste en la dieta, la reducción del azúcar, el aumento de fibra, la suplementación con magnesio, el aporte suficiente de agua, la ayuda de enzimas digestivas, etc., la administración de probióticos de forma regular puede mejorar sensiblemente la vida de las personas que sufren todos estos males. La ingesta, por ejemplo, de bacterias del género bífidus es clave para erradicar el estreñimiento, equilibrar la flora intestinal, reducir la inflamación, expulsar toxinas, etc. La fermentación de leches vegetales, convirtiéndolas en yogur o kéfir, es una forma muy sencilla y eficaz de mejorar la salud de las personas que sufren estas afecciones.